La rabia en perros y gatos

En todas las situaciones en que un gato o perro contrae la rabia, su estado es fatal, la mascota no sobrevive a la enfermedad.

La rabia puede mostrar dos versiones, a la vez o separadas: La muda (o paralítica) y la furiosa.

Generalmente, el can exhibe ambos tipos de manifestaciones. En la manera furiosa, se mira agresividad imprevista, se ve inquieto, casi no descansa, padece alucinaciones visuales (muerde cosas imaginarias), su ladrido se pone ronco, y va acumulando sucesivamente una baba en sus comisuras de la boca. Intenta comer cosas sin sentido, como papel, piedras, madera, tierra, camina al azar, agrediendo y mordiendo a animales y personas

A medida que la enfermedad avanza, la rabia aumenta. En esta situación, el can parece ignorar el dolor y es activo de atacar animales mucho más fuertes que él. Luego de uno de estas crisis, el animal puede morir a causa de su enfermedad, pero si es esto pasa, es atacado gradualmente por las convulsiones y parálisis, que terminan con la muerte entre el cuarto y séptimo día.

En la rabia paralítica o muda, el animal al principio parece estar muy triste, a pesar de mostrarse agitado o que camine sin parar de un lado para otro. Dos o tres días después empieza a a presentar una parálisis en la mandíbula inferior, manteniendo seguidamente el hocico abierto. Luego expulsa baba por la boca y no ladra (por eso se le nombra rabia muda). La parálisis avanza y el perro comienza a tener dificultades para desplazarse, sobreviviendo a la muerte entre 5 y 8 días del comienzo de los síntomas.

El gato rabioso, por su lado, en lo regular busca reposo y oscuridad. Se esconde en un rincón y a veces, sólo es sacado de ahí muerto. Cuando es provocado, puede impulsarse a atacar. Su muerte sobreviene una semana luego de los primeros síntomas.

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